El aire que necesitaba

Echagüe consiguió anoche la victoria ante Instituto, por la 13ª fecha de la Zona Norte.
El AEC cortó una racha de tres partidos sin triunfos con un buen festejo sobre La Gloria, al que superó 95 a 84. Los paranaenses nunca estuvieron en desventaja y redondearon una destacada presentación.

Como sea. Había que ganar si o si y dejar de lado el peso de tres derrotas en fila. Y si se podía ganar de buena manera, mucho mejor. Y así fue. Echagüe derrotó anoche a Instituto por 95 a 84 y una bocanada de aire apareció en el Luis Butta. Por la 13ª fecha de la Zona Norte, el elenco paranaense, que nunca estuvo abajo en el marcador, dominó y fue certero cuando más lo necesitaba. 
El domingo será el turno de visitar a Oberá TC y, porque no, confirmar que esto no fue casualidad, sino que cuando el AEC se lo propone está para disfrutar de buenos momentos. 
PRIMERA PARTE.
La paridad fue moneda corriente y si bien Echagüe nunca se encontró abajo en el tanteador, Instituto no le permitió alejarse demasiado. El AEC defendió bien y a partir de allí basó su juego. Cuando estuvo fino con el aro, sacó una interesante distancia de 7 puntos (17-10), con Omar Cantón, Fabián Elías Saad y Darnell Dodson que, si bien reafirmó su superioridad, le duró poco ya que el que mejoró atrás fue la visita, y capitalizó esto en sus ataques, para recuperar terreno y cerrar el primer cuarto en parda (19-19). Jones (9) y Alessio (6) fueron clave para ello. 
Un triple de Elías Saad cortó la sequía que ya llevaba más de 3 minutos, al reiniciarse el segundo chico. 
Adentro y afuera. Echagüe buscó con Cantón, que cuando pudo postearse sacó diferencia, y si no descargó al perímetro donde, por ejemplo, se sumó Mariano Franco para poner 27-22 el encuentro. 
El Turco Elías Saad continuó encendido de tres (3/4 hasta acá), el AEC se contagió y por esta vía, con Pablo Fernández incluido, atravesó su mejor momento. 
El tiempo pasó y los paranaenses ampliaron la brecha. Hasta con alley up de Dodson tras asistencia de Cajal, para que la gente festeje (42-28). 
Sin embargo, esos baches que El Negro sufre a lo largo de la temporada volvieron a decir presente. 
Arduh mandó a presionar en el último minuto y medio, motivado por un parcial de 5-0 que terminó siendo de 11-2. La Gloria volvió a respirar y el AEC se fue a los vestuarios con un sabor agridulce (44-39), sabiendo que podría haber terminado con un mejor panorama, aunque con buenos números generales: 11/19 en dobles (16 puntos entre Cantón y Dodson), 6/12 en triples (3 de Elías Saad), 8 rebotes en ataque de los 18 capturados (9 de Fernández con 4 en ataque) y 9 asistencias (6 de Cajal). 
EL COMPLEMENTO.
Apenas reanudado el juego Instituto quedó a sólo 3 (46-43). Pero cuando parecía que se venía la noche, de manera colectiva Echagüe despertó y un necesario parcial de 8-0 le devolvió la confianza (54-43). 
Los cordobeses siguieron presionando y el AEC intercambiando defensas. El dueño de casa, además, estuvo mucho más efectivo en sus lanzamientos que su rival y así manejó el partido. Eso sí, con cautela, sobre todo por las reacciones que ya había demostrado la visita anteriormente. 
Si alguien tenía dudas de la noche desde los 6.75 de Echagüe, Dodson clavó el 11º triple, en 20 intentos, cuando empezaba el último período. Asimismo, Cantón siguió fino desde la línea y en la pintura estampó su sello. 
Pero así y todo Instituto no lo dejó tranquilo, no lo dejó liquidar la historia de antemano, y la alarma volvió a encenderse cuando un triple de Pablo Bruna dejó las cosas: Echagüe 78-Instituto 72, a 5.49 minutos del final. Una vez más, cuando más lo necesitaba, el AEC resurgió y en un abrir y cerrar de ojos, con las apariciones de su extranjero, de sobresaliente último cuarto, no dejó que se metan con su cosecha. 
El tiempo fue pasando y esa amenaza de tener a los de Córdoba al acecho fue mermando, pero no sólo porque el reloj se fue consumiendo, sino también porque Echagüe nunca titubeó cuando todo parecía complicarse y así terminó como más le gusta a todos, cerrando con los pibes otra noche positiva, como hacía rato no tenía.

Santiago Reutemann, para El Diario.-